lunes, 20 de diciembre de 2010

PERSONAL OCUPADO VUELVA MÁS TARDE

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...Me planté frente a la pecera y cuando me disponía a abrir el pomo de la puerta me encontré con un cartelito. Una versión adaptada del clásico “no molestar” de los hoteles. Decía “Personal ocupado,vuelva más tarde”. Y por extraño que pueda sonar me ví obligado a respetar sus palabras. No porque aquel aviso colgante fuera algún tipo de sortilegio o barrera mágica sino porque algo en mí, esa vocecilla interior primitiva que te avisa de los peligros, nuestro sentido arácnido de andar por casa me advirtió y por una vez le hice caso.
“Que tipo más extraño”
Le observé durante unos segundos a través de las ranuras de la clásica cortina de plástico de oficina. Me sentía como un “charlie” agazapado entre la maleza a la espera de mi enemigo. Allí dentro había un señor, un sesentón con bigote sentado en su escritorio. Mucha gente cree que los hombres con bigote transmiten una imagen afable, de “buen hombre”. Toda esa gente debería haber visto a Paco. Mantenía la vista gacha, concentrado en alguna de las cenefas que dibujaba la madera de la mesa. Su piel era tostada y de la comisura de los ojos nacían cientos de grietas que se perdían luego por toda su cara formando surcos. Era como un doble sistema de carreteras radial donde todos los caminos te conducían a sus ojos. Luego estaba su bigote, blanco nuclear excepto en las puntas en donde se volvía algo más tostado. Su imagen me rizó los pelos del cogote.
Sólo me atreví a dar dos ligeros golpecitos en la puerta esperando una contestación. Pero la contestación no llegó. Así que volví a mi escritorio derrotado y con la lejana sensación de haber ido a recibir la “bronca” del director del colegio y haberme salvado.
—Creo que le he pillado durmiendo— Dije con una media sonrisa a mi compañero.
—No, él nunca duerme— Me contestó Trevor escupiendo miedo en cada una de las sílabas.
Entonces noté la mirada de Paco que se colaba entre las ranuras de plástico hasta llegar a mí. El “charlie” había sido cazado en su agujero...
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TEXTO COMPLETO EN http://www.scribd.com/doc/45691828/Persona-Lo-Cup-Ado

domingo, 25 de abril de 2010

Puntos de experiencia

Pongamos que esto es un juego de rol, se trata de imaginar. Siente por un momento que te metes en mi piel. Tranquilo, te voy a poner en situación. Piensa que te encuentras en una fiesta universitaria, sí ya sabes, una de esas en las que todo el mundo va con la intención de acabar borracho. Estás ahí plantado en una lugar prudencial (entiéndase camuflado tras un ficus mustio del salón) , conteniendo la respiración y viendo como yo veo a un tío en el centro del comedor. No es un tipo cualquiera, corresponde a un patrón concreto de entre la fauna que acude a una fiesta. Digamos que él se encuentra en lo alto de la pirámide evolutiva. Imagínalo como el David de Miguelángel enfundado en unos pantalones tejanos G-Star y una camiseta negra ceñida de Emporio Armani. Mira atentamente sus ojos y comprueba que emana seguridad , que cuando decida entrarle a una chica no será para intentar acabar con ella en la cama sino para acabar con ella en la cama.
-Uff mírale, ¿Está o no está cañón?- Gracias Laura. A esto me refiero. Es un macho alfa, si pudieras recoger en un frasquito los millones de minúsculas feromonas que emite podrías venderlo a precio de oro, serías irresistible. Como lo es él.
-A mí no me marees, yo que sé si está bueno o no.- Le respondo a mi amiga Laura. Como si no lo supiese, como si fuese tonto. He nacido con ojos en la cara. Aunque los tíos nos escudemos en nuestra virilidad para despistar , si otro esta bueno lo sabemos, por supuesto.Y en caso de duda,
de no estar seguro de si ese otro tiene un “polvo” fíjate en la cara de tu amiga al contemplarle.
Bueno, como te decía, imagina que tú también le estás viendo, que calculas desde la distancia que cualquiera de sus brazos es tan ancho como tu cabeza. Puedes observar que la mayoría de las féminas que se encuentran a menos de cinco metros de él caen en su radio de influencia. Intentan beberse su cubata, atender a la conversación con su amiga, luchan para ponerse de acuerdo sobre qué color se pondrá de moda esta temporada, jugar a oráculos con las tendencias. Pero si lees entre líneas verás que en realidad sólo quieren cruzar su mirada con la de ese tío. Cazarlo.
En el lenguaje no verbal establecer contacto visual y mantenerlo es para ellas el equivalente a tirar un cebo al río esperando que lo muerda una carpa. Exactamente lo mismo. Pero el tipo del que hablamos no pica los anzuelos, en realidad les hace creer que pescan sin saber que ya han caído en sus redes. Fíjate, apenas levanta la cabeza y mira despistado por la ventana, a veces saluda a algún amigo que se le acerca, le toca con su halo mágico,con dirigirte la palabra te revalorizas. Y sus colegas lo saben. Yo le conozco, es un maestro del despiste, consciente de que para suscitar interés entre las chicas debe pasar de ellas, ofenderles en una conversación, escupirles a la cara. Si tienes antecedentes penales ganas puntos, claro. Aunque esta vez es diferente. Sigue ignorándolas pero porque espera a otra, a una que ha ido al lavabo y que ha llegado con él al local. A una chica rubia y delgada que al volver le planta un beso poniéndose ligeramente de puntillas. A una chica que hasta hace una semana era mi novia. Mi novia está con ese tío.
-No dejes que te afecte-Me dice Laura. No tranquila no me afecta, para que a uno le afecten las cosas debe tener pulso y a mí ahora mismo me han arrancado el corazón, lo han puesto entre sus bocas y han tirado de él como si fuera un bistec crudo. No tranquila no me afecta.
-¿Que me afecte el qué?-Le digo mientras intento sonreír, aunque sólo consigo dar miedo.
De esto se trata. De enfrentarse a un monstruo final con un solo punto de vida, tu personaje tullido y la magia agotada. Aunque como en todo juego de rol que se precie tengo compañeros. Y un plan. Mis amigos le distraerán y yo hablaré con ella. Ya, a mi también me parece algo rudimentario, pero es lo que ha salido en una tarde. Tengo que conseguir una última oportunidad, para ello debo reorganizar a mi equipo y prepararlo para la batalla.
Pego un barrido y localizo a mi paladín cerca de un altavoz, dando palmas.
-Pepelu,¡Eh Pepelu!-Le grito intentando remontar a la música. Pepelu sigue con las palmas.
-¡Qué pasa tío!¡Ponen buenos temas eh!-Me grita sin dejar de dar palmas. Pepelu no sabe bailar. Si buscas el adjetivo “arrítmico” en el diccionario probablemente encontrarás una foto al lado, fíjate bien en el tío que sale en ella, en esa cara regordeta y esos ojos sin inteligencia aparente, es Pepelu.
-Oye ¿No habíamos quedado en que me echaríais una mano?-Le recrimino poniendo cara de mala leche, es la que mejor me sale esta noche.
-Dame un minuto que esto ya casi lo tengo-Lo que en realidad significa que va a pasarse el resto de la noche pegado al altavoz y con el casi lo tengo se refiere al grupito de tres chicas de al lado que tras verle dar palmas han empezado a pensar que tiene algún tipo de trastorno obsesivo-compulsivo. Pero eso no le importa, él sigue a lo suyo, cuando la música es más cañera da palmas rápido y cuando ponen una lenta aplaude más despacio. Como le conozco sé que de aquí a un par de minutos iniciará el asedio al grupito de tres, dirigirá las palmas hacia ellas sonriendo, y aunque para el resto sólo serán palmadas para Pepelu significarán versos de amor: Clap “Hola cariño”, Clap “Me gustas tanto”, Clap “Tienes unos ojos que me hipnotizan”, Clap “Quiero follarte”. Con trastorno obsesivo-compulsivo quizá me quedo corto.
-Te espero con Laura-Le digo.
- ¿Dónde vas con esa cara? Anímate, baila un poco- Me dice sin despegarse del altavoz. Bailar, búscalo en el diccionario Pepelu, búscate dando palmas.
Ahora tenemos una baja, ya no somos un trío, pero aún contamos con el hechicero, Edgar debe estar en alguna parte. Regreso a la casilla de salida, Laura tiene a un par de moscardones revoloteándole.
-Cariño ven un momento- Moscardones espantados.
-Oye ¿Tú eres tonto o qué te pasa? Estaba hablando con esos dos.-
-Deberías darme las gracias por haberte salvado del par de sosos-Le digo pellizcándole en la cintura, eso siempre consigue quitarle el mal humor.
-Como compensación tienes que invitarme a una copa- Me suelta con cara de palo, aunque veo en la comisura de sus labios que ya se le ha pasado.
-Esto va en serio Laura, dime que has visto a Edgar- Laura me gira la cara y señala con el índice en dirección contraria. Directamente a los lavabos.
Montar una fiesta en casa de alguien cuyos padres se han marchado implica que el orden natural de algunos elementos de la misma se alteran. Uno de esos elementos son los lavabos.
Para empezar no hay distinción de sexos, es imposible determinar que el del piso de arriba sea el de las “niñas” y el de abajo el de los “niños” porque una fiesta universitaria conlleva anarquía. Además de que sería aburridísimo. Normalmente el lavabo del piso inferior está a reventar y la gente suele limitarse a esperar para hacer sus cosas. En el de la planta superior es donde se forjan las leyendas.
-¿Edgar dónde te metes?¿Qué haces en el lavabo de arriba?-Le digo hablándole desde detrás y mirándole a la cara a través del espejo.
-El espacio es algo relativo, el lugar en donde estás lo determina tu mente, es la magia de la subjetividad-¿Sabes cuando te llega el olorcillo de que algo se está quemando sin saber qué exactamente? Pues ahora mismo ese tufo me está llegando.
-Contaba contigo Edgar, esta tarde lo hemos estado preparando con Pepelu-
-¿Ellos también te persiguen?-Me dice estirando los brazos y agarrándome los hombros con las dos manos.
No debo haber escuchado bien.
-¿Tú también crees que ellos nos observan?- Me dice mirándome en el reflejo del espejo. Ellos. Sé que no debería preguntarlo, que se convertirá en la típica pregunta de la que uno se arrepiente en cuanto sale de la boca.
-¿Quienes son ellos?-Te doy unos segundos para que recapacites Edgar,dime que te refieres a tus vecinos del quinto, a ese grupo que no paran de poner en la radio, no me importa si hablas de la policía o si es un nombre en clave para mencionar a la iglesia de la Cienciología.
-Ehhhhh- Borbotea completamente ido.
Te permito incluso que me sugieras a la CIA, o a los mormones, me vale con que sean los adventistas del séptimo día o los habitantes de raticulín.
-Ellos-Me dice señalando nuestras imágenes en el espejo. En él veo los ojos inyectados en sangre de Edgar, las ojeras de palmo y la boca moviéndose de lado a lado. Va hasta el culo, por la forma en la
que aprieta la mandíbula imagino que deben ser anfetas, aunque esos ojos... quizá se trate de LSD. Lo más probable es que sean ambos y algo extra de lo que no me sé el nombre.
Aferrarse a un clavo ardiente. Es la expresión más adecuada que se me ocurre mientras cojo su cabeza por las greñas hasta la pica del lavabo y empiezo a tirarle agua en la cabeza. Casi parece una escena bíblica .”A partir de hoy nace un nuevo Edgar, dejarás la senda de la perversión y volverás a ser un hombre de provecho”.
-¿Te encuentras mejor?- Le digo una vez le incorporo dándole unas palmaditas en la cara. La pregunta es cerrada. De sí o no. Por eso no me cuadra su cara de asombro, esa especie de pensamiento contenido. ¿Por qué frunces el ceño y te pones una mano en la frente?
-Broaghhhh-Ah vale,ahora nos entendemos, querías vomitarme encima. De la boca de Edgar sale un géiser de una sustancia compuesta por la hamburguesa de su cena, media fanta de naranja, un helado de fresa con sus correspondientes cacahuetes y unos veinte mililitros de bilis. Todo ello sobre mi camiseta beige. Ahora es mucho más beige.
Quemarse la mano con un clavo ardiente. Es la expresión que se me ocurre cuando me veo lleno de tropezones y me huelo las manos.
De nuevo más escenas bíblicas, la marea de gente se abre a mi paso. “¡Sí , yo soy Moisés! ¡Liberad a mi pueblo!” Me dan ganas de gritar de una punta a la otra. La gente se aparta al verme llevándose las manos a la nariz .Laura se limita a taparse la boca y a mirarme con los ojos muy abiertos.
-Mira esto es lo que ha cenado Edgar- Le digo a Laura estirándome la camiseta.
La boca tapada y los ojos muy abiertos.
-Creo que es una Big Mac- Continuo sonriendo y sintiéndome observado por el grupo de curiosos que ha formado un círculo, a una distancia prudencial, a mi alrededor.
La boca tapada y los ojos muy abiertos.
-¿Crees que se nota?- Y paso a su lado en dirección a mi objetivo.Ahora nos vemos Laura.
La parejita feliz está allí ,justo al otro extremo del salón, y aún no se han dado cuenta de nada.
Quizá les haya llegado algo de mi tufo. Yo en su lugar empezaría a oler que algo ha empezado a
quemarse en alguna parte. El asunto se simplifica por momentos, ni siquiera tengo que abrirme paso para llegar hasta ellos. El plan te preguntarás. ¿No tenías un plan? Sí, pero estaba abocado al fracaso, además, tú le has visto, ¿Crees que con palabras lograría convencerla para que volviese a mi lado? Sé un poco realista por el amor de dios.
Aunque haya perdido a mi paladín y a mi hechicero aún me queda un as en la manga. Cuando te lo cuente no me creerás. Resulta que he nacido con un extraño poder. Sí ya sabes ,como los personajes de DC o Marvel. Spiderman se engancha a las paredes, superman vuela, la masa puede aplastar un coche con las manos, flash corre a la velocidad del rayo.¿Y yo? Yo puedo absorber la vida. Es algo extraño, de alguna forma succiono el alma de quien me proponga. Es simple. No me mires así, ya te dije que no me creerías cuando te lo contase.
No es algo que me guste hacer, de hecho no es algo que practique habitualmente. Lo descubrí de niño, por casualidad, y casi me parecía divertido hasta que un buen día mis padres dejaron de comprarme nuevas mascotas.
Todas las cartas están sobre la mesa, ya sabes cual es el caballo ganador, el ataque definitivo, la invocación más demoledora.
La multitud me mira a medida que avanzo y se quedan paralizados. Están viendo una de aquellas cosas en la vida que hacen que dejes a un lado cualquier otra que tuvieras entre manos. Los buitres
olvidan por un momento a su presa, las leonas dejan de angustiarse por su rímel , los frikis dejan de preocuparse por su desdicha para regocijarse en la existencia de alguien más friki que ellos. Yo. Y el hilo mental de los presentes me llega nítido, calidad 5.1:
“Sí , va a ver a su ex y sí , es la que está con el tío cañón y sí, él sigue siendo igual de feo y sí, está manchado de vómito y sí, ese olor fétido es suyo”.
Le veo junto a ella y me fijo en su torso, es como el de esos maniquíes que se utilizan en las clases
de anatomía, viéndole estoy descubriendo músculos que ni siquiera sabía que existían. David contra Goliat, más referencias bíblicas.
Pero yo no voy armado con una onda sino con un kalashnikoff cargado.
Para que mi poder surta efecto deben pasar dos cosas: primero, debo tocar a la víctima y segundo, tengo que aspirar hacia dentro con mucha fuerza como cuando chupas del extremo de una cachimba, como si aspirase su alma a través de la piel. Más o menos.
-Hola, tú debes ser ...- Le digo al tipo mientras noto la mirada de ella abrasándome por el lado derecho. Su hilo mental me llega en Dolby surround igualito que cuando hacen la presentación de sonido en un cine:
“Oye supéralo ya, estoy con él , ¿No has visto que es más alto, más guapo y más fuerte que tú? Eso debería ser suficiente para la mayoría. Ni por asomo pienses que volveré contigo, ahora mismo sólo me arrepiento de que nos relacionen.¿Te has visto?”
Llega el momento de la verdad, extiendo la palma hacia él, iniciando el universalmente conocido gesto de encajar las manos. “Venga eres mejor que yo, estas con mi novia, tienes que darme la mano”.En sus ojos veo que de alguna manera inconsciente sabe que es un error, que será
la última cosa que haga, pero cuando eres el más popular te debes a tu público, las formas son tu vida o en este caso tu muerte. Empiezo a aspirar a un ritmo pausado pero constante. En unos segundos tras darme la mano caerá desplomado al suelo de una embolia, nadie podrá acusarme, el médico forense afirmará en su informe que el destino le jugó una mala pasada ,que sus padres le transmitieron unos genes defectuosos. La gente de la fiesta sabrá que yo soy el culpable.
Su mano avanza hacia la mía, a un ritmo extrañamente lento. No, no es miedo, sé que está saboreando sus últimos segundos de vida. Nuestros índices se rozan a un milímetro y sólo aspiro aire, de momento. Y en ese preciso instante, después del último redoble del último tambor, escucho una voz que me susurra al oído:
“Con la boca abierta pareces tonto.”
Es Laura quien tira de mí alejándome del “Michelangelo” y de mi ex, apartándome del murmullo de
la fiesta y es también Laura quien, una vez en la calle, me empuja contra la pared y me planta un beso. Y no uno corriente, no es un piquito donde apenas notas la electricidad de los labios sino un beso húmedo y profundo , un laberinto de lenguas que luchan por encontrar el camino hacia la garganta. Un BESO. Y mientras ella hurga en mi interior me llega una maraña de hilos mentales:
“Clap, bajo esta luz estás radiante, Clap ,estás preciosa con ese vestido ,Clap, ¿Llevas bragas?”
“¿Qué hago en el lavabo?”
“Me acaban de salvar la vida.”
“¿Qué tendrá esa Laura que no tenga yo?”

Ya te lo dije, regresa a la primera línea, se trataba de imaginar.
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domingo, 14 de marzo de 2010

MEJOR QUE UNA CAJA DE DOCE















La primera vez que escuché de él estaba en posesión de Daniel de telecos. La verdad es que cuando me contaron sobre aquello no me creí nada, sonaba a leyenda urbana. Pero los hechos me convencieron. Daniel de telecos era un ejemplar desafortunado de la raza humana.
Coincidí con él en aquella fiesta privada , en la que estoy seguro que se coló, y ahí estaba con sus pintas de frikie, el cliché viviente del empollón bajo , gordo, insulso, la raza que daba de comer a los tejedores de camisas a cuadros rojos y blancos y a los fabricantes de calculadoras solares que caben en sus bolsillos.
—Fíjate bien en su culo— Me dijo un amigo.
—¿Cómo?
—Lo lleva ahí, se marca a través del pantalón.
El condón mostraba su relieve bajo la tela azul desgastada del pantalón vaquero. Me fijé en que mientras hablaba su mano volvía de vez en cuando hasta el bolsillo de atrás para comprobar que continuara allí. ¿Tan importante era un simple preservativo? Debía serlo porque aquel ejemplar, una apuesta segura por la virginidad tardía, estaba hablando con una morena de ojos azules despampanante, y cuando digo hablar no me refiero a la típica conversación :
—Ah hola me llamo Daniel y soy el tío raro con el que nunca quisiste hablar.
—Ah pues yo soy Olvídame y te echaré mi spray de pimienta si vuelves a dirigirme la palabra.
—Ah bonito nombre, ¿eso significa que puedo besarte?

No, para nada, Daniel estaba llevando las de ganar, tenía a la morena encandilada, ella le escuchaba con los ojos muy abiertos y una expresión de intensa atención mezclada con unos deseos horribles de dejar de hablar para hacer otras cosas, no se si me explico... La morenita mostraba todos los síntomas claros del tonteo : se acariciaba el pelo, se acercaba a él al hablar y mantenía una sonrisa pétrea en la cara. Daniel estaba ligando, pero no sólo eso ,estaba triunfándose a la mejor de la noche y sin despeinarse. El escarceo duró unos pocos minutos más hasta que ella le susurró algo al oído, le miró con ojos de gata y se lo llevó de la mano como a un perrito domesticado hacia una de las habitaciones que quedaban libres. Quizá era la del hermano pequeño del anfitrión. Quizá se lo montaron allí entre muñecos gusiluz y he-mans que se clavan en el culo. Quizá el niño creció pensando que su cama era pura y casta desconocedor de que un tal Daniel la había mancillado, dejándole un regalito entre las sábanas: su virginidad.

En la siguiente ocasión, cuando ya casi lo había olvidado, me encontré al condón en manos de Miguelín, un tiparraco de metro noventa que desde los catorce años levantaba cien kilos en el press de banca. Probablemente en la misma época empezó a tomar anabolizantes, no es algo que sepa a ciencia cierta , es como intentar averiguar que fue antes el huevo o la gallina. Coincidimos en el hotelito “La Victoria”. Todos por aquel entonces nos íbamos allí a consumar nuestros éxitos de sábado por la noche. Yo andaba con una pequeña adquisición, una niña mona, castaña y de metro setenta, una de aquellas chicas a la que recurres (y debo decir que era recíproco) cuando ves que avanza la noche y no te vas a comer una rosca. En su contra sólo puedo decir que tenía algo de bello facial, por lo que mis amigos la apodaron cariñosamente “la Ewook”.
Miguelín estaba allí en el mostrador y además bien acompañado. Ello me resultó extraño, muy extraño y no porque él fuera gordo o poco agraciado, ya he dicho que era un mostrenco de metro noventa enganchado al gimnasio. Tampoco es que fuera feo, más bien recordaba a un marine de los EEUU rapado a lo “cepillo” y cara de mala hostia, sé de buena tinta que muchas chicas se vuelven locas por tipos como él. La cuestión es que me resultaba raro porque hablamos de Miguelín y hace honor a su diminutivo. Era de dominico público que tenía en la entrepierna un ejemplar de lo que científicamente se conoce como micropene. Una polla diminuta para que nos entendamos y por los comentarios que corrían por el pueblo, no era un apéndice pequeño al estilo “bueno las he visto más grandes” sino más bien del estilo “¿esto es una polla?”. Aunque el problema de un micropene (y siempre hablo desde la hipótesis) , no es tanto tenerlo cuanto que el resto del mundo sepa que lo tienes.

Y si a los dieciocho te apuntas a un gimnasio público y te conviertes en un “armario ropero” ,bueno, muchas tías tienden a quedar atrapadas en tu órbita, y claro luego escapan de tu órbita y van a parar a otras órbitas y hablan con otros planetas en fiestas de pijamas. En definitiva, que antes de que te quieras dar cuenta todo el universo sabe que tienes una salchichita y automáticamente te degradan, pasas de Miguel a Miguelón a Miguelín en poco más de un año.
—Miguel,cariño,reserva la suite del corazón— Le dijo la diosa que le acompañaba.
La suite del corazón era la habitación que le correspondía a una chica como aquella. Si has secuestrado una hembra así del monte olimpo no puedes menos que rodearla de espejos abatibles y estirarla sobre una cama de metro noventa con forma de corazón y sábanas tacto papel de lija.
—Pero cariño, ¿No ibamos a ir nosotros a la del corazón?— Me preguntó mi acompañante.
Tengo una idea mejor ¿Que tal si te busco la habitación en la copa del árbol y te quedas allí? Sé que era un pensamiento cruel porque a fin de cuentas yo podía ser considerado un Ewook macho, pero los hombres inmaduros somos así, tiramos a un lado nuestro juguete favorito si vemos que otro niño tiene uno mejor.
Y entonces volvió a ocurrir. Mientras luchaba contra la envidia volví a verlo. Miguelín abrió la cartera para sacar la tarjeta de crédito y se escondía allí , refulgiente como un objeto sagrado. Tal era su resplandor que tuve que taparme la cara con una mano para que no me cegara. Logré verlo más de cerca: el condón iba envuelto por una funda lila decorada por unas estrellitas doradas.
—¿Te encuentras bien?
—Sí perdona sólo ha sido un mareo— Le dije a la Ewook.
Pagué una habitación sencilla que tocaba pared con pared con la suite del corazón. Me pasé el resto de la noche tumbado en el catre, arropado por los gritos de la diosa y el martilleo de su cama contra la pared,ignorando las peludas caricias de mi acompañante y pensando en cómo podría hacerme con el preciado objeto para mis propósitos.
Conseguirlo se convirtió en mi obsesión, me dediqué a seguirle el rastro a partir de entonces, pero cuando estaba a punto de conseguirlo se me escurría como una sardina de entre las manos.

Me harté de preguntar en sex shops si conocían de un modelo de preservativo de esas características pero fue en balde. A cambio me propusieron comprar una réplica exacta del pene de nacho vidal o bien unas bolas chinas con las que podías alcanzar el nirvana por diferentes vías. También probé con “preservativo+violeta+estrellas” o “condón+funda+con+estrellas” o “profilactico+mágico” y finalmente me arriesgué con “condon+con+el+que +follas+seguro” pero ninguna de las búsquedas en google fue satisfactoria. Eso sí, con “condon+magico” acabe deleitándome con un vídeo de un mago que esnifaba un preservativo azul expulsándolo luego por la boca. Pero no era esa la clase de magia que buscaba. Debo confesar que hubo un momento en que tuve la certeza de que nunca encontraría ese pedazo de plástico. Llegué a elaborar la teoría de que el condón tenía vida propia, y emulando al anillo único,erraba de portador en portador hasta regresar a su amo quien debería ser algún actor porno o un acaudalado fornicador ,al estilo de Hugh Hefner, quien había encerrado en el preservativo una parte de su poder de cópula. Y es posible que no me equivocara tanto porque un buen día, precisamente el día en que dejé de pensar completamente en él, lo encontré. Apareció en el cajón de mi mesita de noche, el habitat natural de un condón, y me miraba desde allí como si me hubiera estado esperando desde siempre.
—Vamos úsame no seas tímido— Me susurraba cuando lo acariciaba con la yema de los dedos junto a mi oído.
En realidad no hacia falta que me lo pidiera, ya era “mi tesoro”.Así que esa misma noche me engalané con mi camisa de la suerte (que al lado del preservativo no era más que una camisa corriente) me engominé el pelo y me lanzé a la noche dispuesto a comérmela con patatas.
Desconocía si los anteriores portadores eran conscientes de la maravilla que tenían entre manos pero yo notaba palpitar aquel trozo de latex en el bolsillo de la camisa como si fuera mi segundo corazón.

Decidí empezar suave y tener una primera toma de contacto con mis estrenados poderes de atracción, por lo que entré en el “El Colorado”. A pesar del nombre no era más que un local del pueblo donde tomar la primera copa, estaba ligeramente ambientado en el oeste americano. Digo ligeramente porque la decoración se resumía en una foto de un búfalo (o algo que podría ser un búfalo) colgada de una de las paredes. La cuestión es que allí se calentaban motores antes de pasar a mayores y uno no debe echarse al mar antes de saber nadar ¿no?
Cuando te has “maqueado” para salir y entras en un garito tienes aproximadamente unos diez segundos de gloria. Es lo que se denomina el subidón de la entrada.Es una explosión de sensaciones en la cabeza: la música sonando que te mete el ritmo en vena, el olor a tabaco y alcohol flotando, las miradas de las chicas que te “chequean” aunque solo sea para descartarte y el grito de uno de los de tu pandilla que te reclama hacia la manada. Aquella noche,pasados cinco minutos, el subidón aún continuaba.
—Ey tio!— me gritó un amiguete al reconocerme. Pero antes de que tuviera tiempo para llegar hasta él volvieron a gritarme
—Que pasa loco!
Y un tercero me cogió del brazo
– Ven a sentarte con nosotros,tenemos un sitio libre.
Y a lo lejos un completo desconocido exclamó
— Eee tronco hace siglo que no nos vemos.
—Oye deja que me pida una copa y me siento con vosotros—Contesté al que me había agarrado del brazo.
Una vez en la barra tuve la extraña sensación de que me abrasaban desde varios frentes, los rayos caloríficos escribían diferentes mensajes en mi cuerpo: una rubia con las tetas operadas sentada junto a su ex se moría de ganas de hacerme una felación, una jugadora semiprofesional de básquet con predilección por los tios de mas de metro noventa estaba dispuesta a hacer una excepción conmigo, a una pureta sentada junto a la puerta le entraron unas ganas horribles de comerse un bollicao y un chico sospechosamente afeminado acababa de despejar su orientación sexual. Y a partir de ahí el número rayos abrasantes creció por lo que opté por pedir algo de bebida con lo que refrescarme un poco.
—Ron-cola, no te preocupes que a ésta invita la casa.—Me sirvió el dueño del local, quien los días que se sentían generoso te invitaba a un chupito hecho con todos los “culines” de bebida del local o te servía palomitas mohosas como aperitivo.

Y mientras bebía el primer sorbo me llegó un nuevo rayo, pero no rojo y abrasante como los otros, sino multicolor, una suave vibración en la espalda que subió por el cuello hasta desparramarse en el cosquilleo de un “orgasmatron” rascándote la cabeza.
—Gírate atontao que te está mirando— Me dijo el condón desde el bolsillo de mi camisa.
Entonces vi a Meli y Meli me vio a mi. Ella era inalcanzable, la típica niña por la que todos los chicos de su edad babean y que sólo ha sido vista en compañía de otros mayores y/o con antecedentes por delitos graves. Eso era Melisa, y explayarse en su melena azabache, el cuerpo sinuoso, la nariz respingona hubiera sido ¿cómo decirlo? ...innecesario.
—Perdona pero no te conozco—Me dijo con un aire de inocencia fingida.
—Claro que nos conocemos, vamos a la misma clase desde tercero— Le dije para abreviar, porque ignoraba si el condon podía salvarme en caso de que le recordara en que pupitre se sentaba, con que amiga se pasaba notitas, cuantos novios había tenido en los ultimos años y que colonia elegía para la semana y cual para el finde.
—Me acordaría de tí seguro— Insistió apoyando una de sus manos en mi cintura.

En ese preciso instante llegué a la cumbre, al cénit de algo. Llegué a la conclusión de que en ese momento no había nadie que no estuviera pendiente de mí en el local.Me explico.Recordé a Daniel y también a Miguelín y en cómo les envidiaba yo en su día.
Supongo que el resto de “machos” en el “Colorado” experimentarían algo igual en ese instante. Y ellas (entendido en sentido amplio) experimentarían la misma envidia pero, por efectos profilácticos, a la inversa.
Y entonces comenzó el descenso.
Vibró el local entero, las luces tintinearon e hicieron el amago de apagarse, la música enmudeció y finalmente nos quedamos a oscuras. Fueron unos segundos extraños, una especie de cuarto oscuro improvisado en el que temí que algun@ aprovechara para violarme. Pero la luz tal y como se fue volvió, y la música se reanudó desde donde se había quedado. Aproveché el momento de oscuridad para cambiar la sonrisa estúpida por una pose “mirada irresistible”. Pero no era el único que había cambiado. Meli había reordenado el rostro de querubín enamorado por la típìca cara de oler mierda. Se puede decir que alguien huele mierda cuando arruga la nariz, frunce el ceño y levanta una esquina del labio como si tiraran de él con hilo de pesca. Estuve a punto de comprobar la suela de mis zapatos allí mismo para estar seguro de si había pisado una.
—¿No tienes otro sitio donde mirar?— me dijo y me dio la sensación de que mi pose no estaba dando buen resultado.—Te lo digo en serio¿eres una especie de mongolito de esos que se quedan embobados?
—Bueno hace un momento querías conocerme—
—Ya claro—Contestó mientras devolvía una mirada cómplice a sus amigas que también tenían cara de oler mierda. Y entonces tuve que asumirlo, la mierda era yo.
Me di la vuelta confuso, intentando rastrear los rayos caloríficos que antes me apuntaban, pero no quedaba ni rastro de ellos. Todos habían vuelto su atención a sus respectivas manadas y en su lugar sólo me habían dejado escarcha. Quizá había atravesado algún tipo de realidad-espejo cuando se apagó a luz, o a lo mejor era una broma de cámara oculta donde todos habían sido sustituidos por actores malhumorados. Me quedé congelado en la barra, con pose de triunfador, un codo apoyado y una estalactita colgando de la nariz. De un crujido me desenganché dejando un jirón de carne adherida a la madera y continué a pasos robóticos arrastrando el hielo hasta la mesa de mis amigos.
—Perdonad ¿Puedo sentarme aquí?— les comenté señalando a la única silla libre llena, sin embargo, de abrigos y bolsos.
—¿No ves que está ocupado?— me dijo el mismo que antes estuvo a punto de luxarme un hombro
para que me sentara con él. Ahora parecía dispuesto a luxarmelo para evitarlo.
Así que me arrastre hacia la salida, fundiéndome a medida que avanzaba, mi tibia y peroné ya sólo eran un rastro de agua tras de mí.
—Oye recuerda que me debes ocho euros— Me gritó el dueño mientras me enseñaba el mismo número de dedos justo antes de salir por la puerta.
En la calle, con un gran esfuerzo, conseguí extraer el preservativo del bolsillo de la camisa. Lo acerqué a mi oído y lo volví a acariciar.
No me decía nada.
—Vamos contéstame qué es lo que pasa!
Pero continuaba en silencio.
—Por lo que más quieras dime algo!
Escuché un leve crepitar del plástico, un suave murmullo apenas audible:
—Me muero
Y entonces lo comprobé. Es lo que siempre pasa con los condones. El talismán se había caducado.


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miércoles, 10 de febrero de 2010

SECURITAS

-Ese tío lleva una pistola debajo de la chaqueta- Me digo al mirarlo.

Mi trabajo es muy fácil, es para tontos.Durante ocho horas me planto aquí en mi baldosa de cincuenta por cincuenta y espero de pie.Llevo un uniforme gris que ya se puso alguien antes que yo.En el hombro izquierdo de la camisa tengo enganchado un parche rojo con el nombre de la empresa y en mi cintura, a mi derecha, cuelga un porra de madera con la pintura rascada.Mis días son siempre iguales, ficho a las ocho de la mañana y vuelvo a fichar a las cuatro de la tarde, recojo mis cosas y me voy a casa. No tiene ningún misterio.
Mi misión consiste en hacer creer a los que embarcan que velo por su seguridad.Yo hago el monigote aquí y otros me pagan.Así de sencillo.Mil dos cientos al mes, catorce euros la hora extra.

Me quedo en mi lado del arco de seguridad y mi compañero hace la estatua en el suyo. Si por una casualidad extraña pita pues nada: ¿Señor lleva usted cinturón? ¿A recordado dejar las monedas en la bandeja? ¿No llevará algún objeto metálico?.

Eso es , un objeto metálico, acabo de ver la empuñadura de una pistola.Justo al agacharse.Hace un par de minutos que le he clichado y el tipo sigue en la cola, aproximándose .Normalmente durante la jornada mi cabeza echa a volar recordando la tira cómica del periódico, intentando adivinar el tiempo que ha pasado desde la ultima vez que miré el reloj o recreándome en los detalles del polvo de anoche.Pero ese tío,ese tío me ha llamado la atención desde que se colocó en la fila . No se si es por la chaqueta de tres cuartos negra o el pelo rapado o la barba de tres días pero me da mala espina.Continúa acercándose.Ya sólo queda delante suyo una pareja de guiris rosados que andan en sus chanclas con calcetines blancos.
Lo tengo a un metro de distancia y siento que debo hacer algo.

-¿Su billete caballero?-Le digo procurando no echar el corazón por la boca. Levanta la vista y me apunta con dos cañones negros que no parpadean. Rebusca en el interior del largo bolsillo derecho. Ahora mismo me siento como el público que asiste a un truco de magia.¿Sacará un cuchillo? ¿Una bomba lapa de fabricación casera? ¿Un chisme de descargas eléctricas?Nada de eso ,en su lugar me enseña un billete azul cielo de la compañía click air.

Casi decepcionado pienso:¿Y ahora qué?El lleva una semiautomática y yo un palo de madera.Mil dos cientos euros, con eso no se puede comprar un héroe, sólo a un segurata.

-¿A dónde se dirige caballero?- Le vuelvo a preguntar aunque ya sé que va a Berlín porque lo acabo de leer en su billete.

-A Berlín, ¿Hay algún problema?- Me dice a la vez que escucho la primera bala entrando en la recámara.
En ese momento estiro la cabeza para lanzar una mirada de socorro a mi compañero ,quien a su vez me devuelve una mueca que dice:

“¿ Se puede saber que haces currando?”.

Yo le contesto con un encogimiento de hombros que entiende como un:

“No se macho algún día tenía que pasar”

Aunque en realidad quiero decirle :

“Me estoy jugando la vida y no puedo contar contigo”.

-No, ningún problema, puede continuar.- Le contesto al tío raro señalándole en dirección al arco. Con premeditación, nocturnidad y alevosía pulso el interruptor que lo desconecta.Son sólo mil dos-cientos euros me repito. Y el tío raro pasa por debajo tan campante,con paso ligero, como pisando nubes.”Lo siento” le digo al arco de seguridad y a mí mismo.Le veo coger sus cosas de la bandeja de plástico y tranquilamente se aleja hacia su puerta de embarque.No es asunto mío me digo y

miro despistado el panel de vuelos:



-Puerta Tres embarque a las 12:30h llegada a las 1540 con destinación :Cobarde.

-Puerta catorce embarque a las 1330 llegada a las 1900 con destinación: Gallina.

-Puerta cuatro embarque a las 1445 llegada a las 1650 con destinación :Nenaza.

-Puerta diez embarque a las 1800 llegada a las 2030 con destinación: Valentía, viaje cancelado.

Escucho la voz en off del aeropuerto: “Se informa a los pasajeros del vuelo con destino Berlín que están muertos, la persona que debía evitarlo se ha cagado encima”
Mierda.

-Tango uno, tango uno de Lima dos-Grito con fuerza al walkie talkie.-Tango uno, tango uno de Lima dos-Vuelvo a repetir, pero el walkie negro solo me devuelve el zumbido de la estática.Perfecto ,Luis ha elegido el mejor momento del día para irse a tomar un café. Aún tengo a la vista al tío raro que casi desaparece a lo lejos, si me espabilo lograré alcanzarle.
Mi pierna derecha da un paso adelante, la izquierda la sigue, abandono la seguridad de mi baldosa y me adentro el bullicio del aeropuerto detrás de un tío que lleva una pistola en la cintura. Ahora resulta que soy un héroe. Pienso en las vidas que voy a salvar, en los familiares agradecidos, en una rueda de prensa al acabar en donde explico las nobles motivaciones que me impulsaron a meterme a segurata.Sí eso es,resulta que por mil dos cientos euros al mes se puede ser un héroe.

-Jorge!-Me gritan por la espalda.-¿Se puede saber qué coño haces?-Me dice el jefe de equipo que es una bestia parda.Yo abro la boca para responder algo elocuente, demoledor, unas palabras dignas de mi condición de héroe.

-Erhh no sé.-Le respondo.

-Como no vuelvas ahora mismo a tu puesto te vas a la puta calle ¿Me entiendes?- Vuelve a gritar la bestia parda.Así que agacho la cabeza, me quito la capa roja y los calzones sobre los pantalones y me vuelvo a poner el uniforme gris. Me ubico en mi baldosa en mi lado del arco. Allí me planto, me solidifico, me mimetizo con el entorno y echo raíces. No tiene ningún misterio. En la mayoría de los casos, en el noventa y nueve como nueve por ciento de las ocasiones mi trabajo es muy fácil, es para tontos.
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DEJAR DE SOPLAR


A la semana siguiente el lobo volvió. Se había comprado un traje en el corte inglés, estrenaba manicura y olía a after shave. Cogió aire y llamó al timbre de casa. El cerdito trabajador le abrió la sólida puerta de roble encajada en la pared de obra. Ambos se sentaron en la mesa del comedor mientras los puercos perezosos jugaban a la play.
-¿Has traído las nóminas?-Le preguntó el Lobo.
-Sólo las de los últimos tres meses-Le contestó el cerdito-paleta.
-Suficiente-Contestó.
Abrió el maletín y preparó los documentos.En cuanto el cochinito estampó su rúbrica el lobo desgarró el traje de oferta, enseñó los colmillos y orinó en la pata de la mesa. Ellos gruñieron aterrorizados al ver el tipo de interés.
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